ASPECTOS GEOECONÓMICOS E INDUSTRIA MAQUILADORA EN LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN ECONÓMICA EN AMÉRICA CENTRAL
Xavier Paunero Amigo
Universitat de Girona
Al inicio de los sesenta la idea de integración económica ya formaba parte de los ambiciosos proyectos de reformas económicas, en esta región en la que algunos países disfrutaban de una cierta estabilidad política, a la vez que compartían el desarrollismo, como alternativa ante las amenazas de la revolución cubana. La creación del MCCA (Mercado Central Centroamericano), en 1960, fue un intento de transplantar la experiencia del Mercado Común Europeo, que desde 1957 se estaba beneficiando de las ayudas del Plan Marshall en la reconstrucción de la Europa de la postguerra.
Pero contrariamente al proceso que siguió la CEE, el MCCA constituyó un rotundo fracaso, un ejemplo clásico de "ascenso y caída", en la medida que fue perdiendo terreno en la trama de conflictos regionales y por el déficit en divisas, que llevó a la caída del Banco de Pagos. No ha sido hasta la última década cuando Centroamérica se ha replanteado su viabilidad, en el proceso de globalización económica actual, resucitando el viejo espíritu regional; no tanto pensando ya en las posibilidades de su propio mercado, muy limitado, sino a través de políticas de integración diversas –acuerdos bilaterales y multilaterales regionales y externos- preferentemente de carácter productivo, comercial y de servicios en general; lo que se espera constituya una de las escasas salidas regionales en la nueva agenda internacional para el próximo siglo 1.
Esta fase de convergencia se viene implantado de una forma progresiva y con un marcado acento neoliberal. Es apoyada por gobiernos con unas garantías democráticas mínimas y que comparten una fe ciega en las ventajas del libre mercado (Sanahuja y Sotillo, 1998). Posiblemente, el rasgo más destacable de este proceso son las reformas económicas (en Nicaragua, El Salvador y Guatemala, estrechamente ligadas a los respectivos procesos de pacificación), con repercusiones monetarias y fiscales evidentes y que, lejos de contribuir a un desarrollo sostenible y a un marco de competencia internacional, están degenerando en la práctica en a una redistribución regresiva del ingreso, con quiebra de las economías regionales, en muchos casos, a no ser por la constante inyección de ayuda internacional para salvaguardar los procesos políticos.
El marco espacial de América Central
El medio físico se muestra muy desigual en América Central, un territorio con fuertes desequilibrios entre el interior y las áreas litorales del Caribe y del Pacífico. Desde el punto de vista histórico y social, también se halla fragmentado por la herencia colonial y decimonónica: el 17 por ciento de los propietarios de tierras controlan el 80 por ciento de su territorio (Navarro, 1993). Superpuestas a extensas áreas despobladas, en la macrocefalia urbana se ha instalado un elevado grado de pobreza, desigualdad e injusticia social, a los que en muchos casos se suma los contraste étnicos, haciendo mucho más compleja esta trama socioterritorial 2.
América Central es también una región con escasa actividad en el concierto económico internacional. Su limitada entidad territorial y poblacional se ve reducida más aún en términos económicos. Los 29,5 millones de habitantes en 1995 apenas representan el 0,5 por ciento de la población mundial y el 3,8 por ciento del total de América; el PNB de los 6 países juntos fue el 0,2 por ciento del mundial, un porcentaje igual al de sus exportaciones (véase cuadro nº 1).
En este contexto, las posibilidades de integrar las economías en un esquema regional son escasas, puesto que la crisis política de los ochenta debilitó los escasos lazos regionales existentes. Pero a pesar de todo, persiste la idea de llegar a un desarrollo integrador de este conjunto de países de reducido tamaño 3.
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